Un público entregado desde los primeros acordes de Tiramisú de Limón, canción con la que anoche arrancó su gira en Salamanca, se rindió al mejor Joaquín Sabina en un concierto en el que el jienense cautivó con temas nuevos y de anteriores discos. Con diez minutos de retraso sobre el horario previsto Sabina iniciaba su Vinagre y Rosas terminando con estos cuatro años de silencio creativo. Tras agotar las primeras entradas del concierto en cinco horas, el equipo de Sabina decidió programar una nueva cita en Salamanca, que tendrá lugar el sábado en el mismo horario.
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